Mientras que Europa se centra en los coches eléctricos, Asia apuesta por el hidrógeno para impulsar los coches del futuro. ¿Qué enfoque es mejor?
Las ventas de coches eléctricos de batería (BEV) están aumentando en toda Europa y, según el informe anual Global Electric Vehicle Outlook, ahora se venden más a la semana que en todo 2012.
A pesar de la creciente popularidad, la escasez de componentes clave para las baterías, como el litio, el níquel y el cobalto, podría amenazar el suministro. Lo cual hace que nos preguntemos si ha llegado el momento de centrarse en la energía basada en el hidrógeno.
A diferencia de Europa, donde solo hay un puñado de coches de hidrógeno a la venta y unas 228 estaciones de servicio, Asia está apostando por el hidrógeno.
El Gobierno japonés prevé tener 800.000 de estos vehículos en las carreteras para 2030, mientras que China se ha fijado el ambicioso objetivo de un millón para 2035.
Es probable que estos dos países pioneros reduzcan los costes, aumenten el volumen y desarrollen la cadena de suministro.
Los fabricantes de automóviles también están divididos y, con la excepción de Toyota y Hyundai, pocos invierten en hidrógeno. Sin embargo, recientemente BMW se ha interesado y considera que estos coches tienen un papel importante que desempeñar junto a los eléctricos de batería.
Es por esto que tienen previsto lanzar un número reducido de coches de hidrógeno BMW iX5 en todo el mundo a partir de finales de este año a modo de prueba.
«Como fuente de energía versátil, el hidrógeno tiene un papel clave en el camino hacia la neutralidad climática», ha dicho Oliver Zipse, Presidente del Consejo de Administración de BMW AG.
El grupo Stellantis también ha emprendido una producción limitada de furgonetas comerciales de hidrógeno. Pero no todo el mundo está de acuerdo: Mercedes, al igual que Audi, ha archivado sus planes de lanzar al mercado coches de pila de combustible de hidrógeno.
¿Cuál es la diferencia entre un coche eléctrico y un coche de hidrógeno?
En pocas palabras, un vehículo eléctrico de batería se alimenta de la electricidad almacenada en una batería y se recarga conectándose a la red eléctrica.
Un vehículo eléctrico de hidrógeno produce su propia electricidad a través de una reacción química en su pila de combustible. Esta electricidad alimenta los motores de las ruedas y la única emisión es vapor de agua. Para que se produzca la reacción es imprescindible el hidrógeno que se almacena en los tanques del vehículo, esto es lo que se reposta en estaciones de servicio específicas.
La ventaja de un coche de hidrógeno es que se puede llenar en el tiempo que se tarda en repostar un coche de gasolina o diésel, se consigue así una autonomía similar y todo ello sin producir emisiones.
Sin embargo, al hidrógeno le cuesta ponerse de moda. Esto es porque se enfrenta a una serie de retos: desde la baja eficiencia hasta los altos costes.
Baja eficiencia y pérdidas de energía
La forma más limpia de producir hidrógeno es la electrólisis, el proceso de utilizar la electricidad para dividir el agua en hidrógeno y oxígeno, pero requiere mucha energía y su eficiencia está muy por debajo del 100%.
Cuando se transporta el hidrógeno a una estación de servicio, se va perdiendo más energía e incluso si esto se puede llegar a evitar, prescindiendo de la fase de transporte, el coste de almacenamiento es elevado.
Se calcula que ya en la carretera, donde el hidrógeno se convierte en electricidad para el coche, solo se utiliza un 38% de la electricidad original.
Infraestructura deficiente
El principal argumento a favor de los coches de hidrógeno es que el repostaje es más rápido que la recarga de un eléctrico de batería, pueden repostar en tan solo unos minutos. El problema es que no existen casi puntos de repostaje.
Ahí radica el problema: ¿quién comprará los coches de hidrógeno si no existen estaciones para repostar? ¿Y quién invertirá en las estaciones de servicio si los coches no están disponibles?
El riesgo de la inversión inicial en la construcción de una infraestructura de hidrógeno es demasiado alto para una sola empresa, por lo que es probable que la solución requiera una planificación y coordinación que reúna a gobiernos, industria e inversores.
El hidrógeno es altamente inflamable
El hidrógeno es muy inflamable, difícil de almacenar y supone un riesgo para la seguridad en caso de accidente. Sin embargo, fabricantes de automóviles como Toyota insisten en que los coches eléctricos de pila de combustible son tan seguros como los vehículos convencionales.
El fabricante de automóviles japonés ha pasado muchos años probando los coches de hidrógeno en condiciones y temperaturas extremas para garantizar que puedan utilizarse de forma segura y fiable.
¿Qué coches de hidrógeno se pueden comprar?
Mientras que se diseñan nuevos coches eléctricos con regularidad, solo hay dos coches de hidrógeno disponibles para comprar en Europa: el SUV Hyundai Nexo y el Toyota Mirai.
Además, los coches de hidrógeno son caros cuando lo compras en el concesionario y también tiene un alto coste repostar. Su precio, comparado con el de la recarga de un coche eléctrico, también difiere considerablemente entre países.
¿Qué futuro le espera al hidrógeno y a los coches eléctricos?
La gran pregunta es si ambas tecnologías tienen cabida. Los BEV no están exentos de problemas; son caros y pueden tardar bastante en recargarse.
Puede que los coches eléctricos no generen emisiones de gas, pero las fuentes de energía de las baterías, el reciclaje de sus componentes y la fabricación de los vehículos y las baterías contribuyen a las emisiones de carbono. Además, la extracción de muchas de las materias primas plantea problemas éticos y medioambientales.
Pero la falta de una infraestructura de repostaje de hidrógeno, los problemas de transporte del combustible y el hecho de que se necesita mucha más energía para que un vehículo de hidrógeno se mueva que un vehículo eléctrico de batería significa que, por ahora, el futuro es eléctrico de batería.